martes, 13 de julio de 2010

VEINTINUEVE

Sasa es muy tierna cuando quiere. Siempre he cuidado su infancia, la de los dos, la de Alonso, también. He preservado esa época sin problemas de adultos, he buscado la madurez natural, el cuentagotas de información lo he tenido muy controlado. Hoy, no sé porque, Sasa es mucho más madura de lo que debería.




Esta mañana, como si supiera que me hace falta, me despierta ella a mí, metiéndose un rato en mi cama, contándome que se ha despertado temprano para estudiar pero que ya no le hace falta más, mientras me hace mimos en el pelo.



Cuando me pongo en pie desaparece esa calma y la casa se convierte en la locura de todas las mañanas. Después del primer café tengo las pilas cargadas y saco la ropa del armario con decisión, me maquillo con cuidado y sonriendo, me miro al espejo.



Al salir del cuarto de baño veo que Sasa he hecho una incursión matutina en mi bañera, dejándola echa un asco. Abro el grifo y, como no podía ser de otra manera … está activa la ducha. Debería, aunque sólo sea por industivismopracticodiario, prever estas cosas.

Empapada.

El pelo me da igual. Me paso un kleenex por la cara, retoco el rímel y hoy, sigo sonriendo mientras seco mi camisa con el secador que mi hija he dejado en el suelo …