miércoles, 26 de mayo de 2010

DIECINUEVE

¿Cómo pueden cambiar tanto las percepciones en 6 horas?




Me duele la cabeza. Todo tiene demasiado brillo y hasta la puerta de la nevera hace demasiado ruido al cerrarse. Y eso, que no sé como lo oigo con el pitido que tengo en la cabeza.



El café me da nauseas. La ducha, mareo. Salir al portal es una maratón, y no saludo al portero porque estoy afónica.



Entro en la galería y no me quito las gafas de sol hasta que estoy en mi despacho.



- Lola? Tenemos que hablar. Estás despierta. Llámame, 112. Por favor.



Voy a hacer como que hago algo.



Muevo los papeles, y huelen como aquellas copias que hacían en el colegio, en azul clarito, a alcohol.



No, espera, … Soy yo. Son los gintonics de anoche.