¿Cómo pueden cambiar tanto las percepciones en 6 horas?
Me duele la cabeza. Todo tiene demasiado brillo y hasta la puerta de la nevera hace demasiado ruido al cerrarse. Y eso, que no sé como lo oigo con el pitido que tengo en la cabeza.
El café me da nauseas. La ducha, mareo. Salir al portal es una maratón, y no saludo al portero porque estoy afónica.
Entro en la galería y no me quito las gafas de sol hasta que estoy en mi despacho.
- Lola? Tenemos que hablar. Estás despierta. Llámame, 112. Por favor.
Voy a hacer como que hago algo.
Muevo los papeles, y huelen como aquellas copias que hacían en el colegio, en azul clarito, a alcohol.
No, espera, … Soy yo. Son los gintonics de anoche.