domingo, 1 de noviembre de 2009

Cinco

Dong.


Nos miramos. El sonido del timbre nos hace volver … Regresar y abandonar el pequeño piso de Estambul.

Reimos y corremos hacia la puerta. Corre hacia la puerta, … mientras mis calcetines resbalan contra el suelo, … intento evitar la caída … tiro la caja de cds que estaba en la mesa … y acabo cayendo de espaldas encima del cesto donde reposan los candelabros, llenos de elementos puntiagudos, que esperan ser colocados algún día …

OLI, grito todavía en el suelo-cesto, cuando se abre la puerta. Parece que todas hemos pensado lo mismo. Pero Oli ha sido más práctica y aparece tras una torre de tuppers que casi se desmorona cuando me ve tirada entre cristales, velas y pinchos.

Ya somos tres. Guay!!!!!!!!

Mientras avanza hacía la cocina nos cuenta que ha dejado a los niños con El Suizo, que estaban viendo por decimosexta vez El Rey León (la paciencia de ese hombre es inagotable) y, una vez conquistada la cocina, empieza a sacar comida de verdad de los recipientes. Tengo que decir a su favor que sólo yo pude darme cuenta de la mueca de susto que puso cuando miró alrededor, que sólo duró dos milésimas de segundo, que sólo un agente especial preparado para ocultar las emociones hubiera sido capaz de evitarla …Y que lo que había preparado era más que un almuerzo, era un mimo y eran alimentos sanos de casa con niños. Sabemos que pronto se organizará, recogerá, limpiará, y que ese día Lola habrá vuelto a saber quien es y será ella la que vaya a visitarnos y hará de tía adolescente con nuestros hijos, a pesar de tener la misma edad que nosotras, y les contará historias y se llevará a Sasa a la peluquería, … Y volverá con algo en el pelo que yo no le hubiera dejado hacerse, … Y comprará a los hijos de Oli todas las porquerías de colores llenas de azúcar que harán que no cenen, … E irá a casa de Pau y nos contará entre risas como le ha desorganizado el orden de las baldas de la nevera.