domingo, 11 de abril de 2010

CATORCE

Llamo al timbre sin mucha fe. Seguro que no está en casa. Tenía que haberme asegurado antes de subir (una vecina me ha dejado entrar en el portal cuando ella salía, no sin antes escrutarme, reconocerme como aquella visitante a la locahippiemalcriada que vive en la puerta de enfrente de su ordenada vivienda, a aquella que observa desde el otro lado de la puerta, pegada a la mirilla que ya apesta a envidia, resquemor, falta de escrúpulos y demasiada hipocresía)


Pero no. Me abre una sonriente Lola.

Bien. Parece que lo va superando.



No tardo en saber el porqué de su sonrisa. Pau está sentada en un hueco del sofá. El único hueco libre en un salón lleno todavía de cajas, en un salón lleno todavía de miedo a que organizar una vida aquí es reconocer que la anterior ya no va a volver … La he librado de uno de los Sermones de Pau.

Su vida perfecta y milimétricamente medida hace que sólo vea caos en las nuestras. Y, con su mejor intención, quiere que alcancemos ese estado de bienestar en el parece que se encuentra perpetuamente. Y lo hace con empeño y tesón, agotadoramente …

Realmente, somos buenas. Lo digo y estoy segura de ello. Llevamos casi toda la vida juntas, pero cada una es muy diferente. Olivia con su familia ideal y esa tierna inocencia que es únicamente superficial, … Lola, haciéndose la adulta cuando sigue siendo una niña frágil a la que daña cada historia que vive para hacerse mayor, … Pau, buscando en ese orden la coraza emocional, … Y yo, disculpando la falta de lógica con buen humor, pintando de rosa cada día porque sé que lo merece, … Y a veces, sin querer, nos derrumbamos, y acudimos las demás, … cada una cargada de todo lo que puede aportar.

Os quiero, Amigas.